Sin avances relevantes: X Legislatura entra en receso
Nota de Coyuntura No. 5 / por Juan Calles
Foto: Congreso de la República
El 14 de enero de 2024, en el hemiciclo parlamentario, se jugó una partida política en la que la nueva bancada oficialista, Movimiento Semilla, se mostró dinámica y capaz de negociar y lograr acuerdos trascendentales. Más de uno creyó ver una nueva generación de políticos que impondría un cambio en la forma de hacer política en el Organismo Legislativo y en el país.
Hoy, cuatro meses después de aquella llamarada de tusas, la X Legislatura va a receso sin mostrar avances importantes, con una bancada oficial debilitada, apabullada y sin rumbo ni dirección política. Al parecer, sin comunicación efectiva con el presidente Bernardo Arévalo y, además, su partido suspendido, con lo que pierden capacidad de maniobra dentro del Congreso.
Frente a ellos, una oposición envalentonada y protegida por el Ministerio Público (MP), de Consuelo Porras, y la Corte de Constitucionalidad (CC), presidida por Néster Mauricio Vásquez Pimentel, quienes con más colmillo político y usuarios de las redes de corrupción en el Congreso y en las cortes, han logrado permanecer unidos y bloqueando cualquier propuesta o avance que intentan los diputados oficialistas.
¿Qué pasó con la alianza oficialista?
La junta directiva que se logró elegir con una alianza legislativa entre el Movimiento Semilla, una fracción de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y los partidos Cabal, Vos, Bien, Viva, Victoria, Winaq-URNG, se ha visto doblegada por la oposición. En las últimas semanas, antes de anunciar el receso legislativo, la junta directiva no fue capaz de realizar la sesión de jefes de bloque, ya que éstos no se presentaron a las reuniones convocadas por el presidente del Congreso, Nery Ramos.
Los diputados de la UNE que figuraron como artífices de la alianza, Adim Maldonado e Inés Castillo, se han quejado públicamente de la forma como los ha tratado la Presidencia de la República, argumentando que no “les dan su lugar”. Esto no es una queja banal, las declaraciones de ambos diputados dejan entrever que los anteriores aliados están exigiendo un trato preferencial a cambio de mantener la alianza; este trato preferencial significa asignación de obras para los departamentos representados por los diputados, plazas en el Ejecutivo, contratos, entre otros, es decir, las viejas prácticas corruptas.
Mientras tanto, diputados y diputadas del anterior régimen mantienen el control de importantes mesas de trabajo y comisiones legislativas en las que tienen la opción de negociar y manipular dentro del hemiciclo, tal como la mesa para negociar el pacto colectivo de condiciones de trabajo con el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala, (STEG), dirigido por Joviel Acevedo. Ahí se juega el poder de negociación del ministerio de Educación con el sindicato, la mesa de trabajo para el tema del incremento a las jubilaciones y pensiones del Estado y, más recientemente, la interpelación contra el canciller Carlos Ramírez Martínez, relacionada con el voto a favor de reconocer a Palestina como Estado en la ONU.
Existe la posibilidad de que convoquen a sesiones extraordinarias; sin embargo, no han logrado realizar las sesiones de jefes de bloque debido a que los diputados y diputadas se ausentan sin excusa de su trabajo parlamentario, sin que la Junta Directiva logre reunir a la instancia para acordar agendas, con lo que la oposición se ha anotado un punto más a su favor.
A los diputados oficialistas solo les queda conceder y ceder si quieren recomponer una alianza que los podría regresar al juego político y desde allí apoyar al ejecutivo para avanzar en lo que prometieron en campaña, para la lucha contra la corrupción, es decir, cumplir con el mandato que la población les otorgó en las urnas.