Reconfiguración del poder en Medio Oriente y sus consecuencias en Guatemala

Nota de coyuntura No. 117 / por Juan Calles

El conflicto bélico entre Irán e Israel es un catalizador de una profunda reconfiguración geopolítica en Medio Oriente, donde la autonomía de los actores regionales se fortalece frente a la disminución de la influencia de potencias tradicionales. Esta dinámica multipolar, con la intervención indirecta o limitada de Rusia, China, Europa y Estados Unidos, puede prolongar el conflicto y generar impactos económicos y políticos significativos a nivel global.

Fuente: El Observador.

Una guerra con múltiples frentes

El conflicto refleja una pugna por el liderazgo regional en un contexto de búsqueda de hegemonía política y militar. Israel acusa a Irán de desarrollar armas nucleares, por lo que el 12 de junio de 2025 atacó a ese país en una operación llamada “León Naciente”, destruyendo objetivos estratégicos iraníes dentro de su territorio. Por su parte, Irán, que ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear desde 1968, defiende su programa nuclear como parte del equilibrio de poder regional, asegurando que el desarrollo de su programa nuclear no tiene fines militares.

Una nota de prensa que cita al Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), estimó que nueve países contaban con reservas de ojivas nucleares militares, siendo Israel uno de ellos con 90 ojivas nucleares y que desde 1960 se reconoce como un país que posee armas nucleares. Irán por su parte, no aparece en la lista.

Geopolíticamente hablando, este conflicto ya reconfigura el poder mundial. Por ejemplo, Rusia, que históricamente ha mantenido intereses en Medio Oriente, y en el caso actual, con Israel e Irán, podría ver reducida su influencia práctica en la región debido a su propia guerra contra Ucrania. Irán sigue siendo su aliado estratégico en Medio Oriente, y buscará no ver minada su presencia en la región si el gobierno de Irán llegara a debilitarse e, incluso, hubiera un cambio de régimen.

En el caso de Estados Unidos, aliado histórico de Israel, muestra un total respaldo no sólo diplomático sino militar, que está precipitando una intervención militar que puede ser decisiva en esa guerra. Y, ocurre luego de las promesas del actual presidente Donald Trump, de no llevar a su país a otra guerra. No obstante, a pesar de no ocultar su interés por contener a Irán y de minar su poderío militar, también aparecen fracturas a lo interno del Partido Republicano que buscan evitar esa intervención, y la profundización de la guerra con más actores en la región, con amplios intereses en Israel e Irán.

Otro actor, la República Popular de China, igualmente mantiene intereses en Irán e Israel, siendo el primero de ellos un aliado en la actual configuración de poder en Medio Oriente. Irán es uno de sus principales suministradores de petróleo, en tanto mantienen complejos acuerdos de cooperación económica y tecnológica. Su preocupación por la estabilidad en la región radica en que, al desarrollarse una guerra a fondo, perdería acceso a esos recursos energéticos que le son vitales. China está interesada en evitar que la guerra mine a su principal socio en Medio Oriente, y busca proteger sus intereses económicos y estratégicos.

Turquía, que no cuenta con armas nucleares, juega un papel clave con su poderío militar, y es un actor entre Europa y Asia, donde la geopolítica y geografía lo posicionan como un gran negociador. Su gobierno, crítico severo del actuar de Israel, esta semana precisamente ofreció a Irán convertirse en mediador para terminar la guerra. A pesar de sus intereses opuestos en países como Siria y otros, también son socios comerciales y tienen acuerdos de seguridad conjuntos.

Finalmente, Europa, que no obstante se opone a la guerra, al mismo tiempo respalda a Israel. Esta semana, la presidenta de la Comisión Europea (UE), Ursula von der Leyen, subrayó que Teherán “ha sido, y sigue siendo, una fuente de inestabilidad y terrorismo” en Oriente Medio. El respaldo a Israel, en parte, se debe a que el futuro de Europa está descansando cada vez más en los yacimientos de gas natural controlados por Israel, lo que representaría su principal proveedor de fuentes energéticas a medida que Rusia lo está dejando de ser, e Israel se convierte en una potencia exportadora del hidrocarburo.

La escalada violenta dificulta los procesos de diálogo que existían hasta antes de los ataques de Israel contra Irán, tal como la negociación nuclear entre Irán y Estados Unidos erosiona la confianza en la solución pacífica de conflictos, reforzando la idea de que la violencia es una herramienta legítima de política exterior.

La ciudad de Tel Aviv en Israel, también resultó dañada por los misiles iraníes. Foto: CNN en Español.

Los efectos económicos globales podrían generar crisis

La guerra entre estos dos países afecta mercados energéticos clave, especialmente si se considera la posibilidad de cierre del Estrecho de Ormuz, por donde transita cerca del 20% del petróleo mundial. Esto impacta especialmente a economías vulnerables y genera inestabilidad global. Más aún, justificará un intervencionismo directo de Estados Unidos.

El precio internacional del crudo tiende al alza. El petróleo Brent -referencia internacional- subió más de un 12% en un solo día tras los ataques, alcanzando máximos de cerca de 78,5 dólares por barril, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) llegó a cotizarse hasta en 77,5 dólares por barril, marcando su nivel más alto en casi un año. La tendencia alcista que se muestra desde el ataque israelita a Irán, parece no contenerse.

El alza fue impulsada, en parte, por el temor a interrupciones en el suministro, especialmente por el riesgo de cierre del Estrecho de Ormuz. A pesar de esas noticas, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros productores han incrementado la oferta para mitigar el impacto, pero los ataques de Israel también han alcanzado instalaciones petroleras iraníes, y ese será otro factor a tomar en cuenta.

En Guatemala los precios se mantienen, hasta ahora

En la segunda semana de junio de 2025, los precios de la gasolina en Guatemala mostraban una tendencia a la baja, con la gasolina superior en Q. 30.93 por galón y la regular en Q. 29.41 por galón.

Las autoridades atribuyen la estabilidad a inventarios ya existentes y a la oferta internacional, aunque advierten que el alza internacional podría reflejarse en las próximas semanas.

Los importadores y autoridades advierten que, si el conflicto se prolonga o afecta el tránsito por el Estrecho de Ormuz, los precios en toda la región podrían experimentar aumentos adicionales en las siguientes semanas.

En ese contexto, declaraciones de la Ministra de Economía, Gabriela García, muestran optimismo ya que no prevé una afectación grave en el país, aunque es posible que si el conflicto se agrava, mercancías que cotizan en la bolsa se vean afectadas, tal es el caso del azúcar y el café, pero que, sin embargo, el mayor importador de mercancías guatemaltecas es Estados Unidos, por lo que la ministra no encuentra motivos de preocupación.

Para el Banco de Guatemala hay riesgos, pero prevé tres escenarios. Uno de ellos, la tendencia alcista podría situar el precio del petróleo en US$ 73 por barril, lo que está siendo ya superado en varios petróleos de referencia a nivel mundial.

Tendencia alcista del precio internacional del crudo. Fuente: https://oilprice.com/oil-price-charts/

Guatemala e Israel: una relación histórica de silencio y complicidad

Desde 1948, cuando las potencias occidentales impulsaron la creación del Estado de Israel en tierras palestinas, Guatemala ha jugado un papel particular y, muchas veces, silenciado en el conflicto de Medio Oriente. Más allá de la retórica diplomática y los acuerdos comerciales, la relación entre Guatemala e Israel se ha caracterizado por una constante complicidad, especialmente en lo que respecta al armamento, el entrenamiento militar, represión, tecnología militar, tecnología agrícola y el respaldo político incondicional.

En la actualidad, esa relación se ha transformado, pero no se ha debilitado. Los gobiernos guatemaltecos recientes han continuado comprando tecnología de vigilancia y seguridad a empresas israelíes. En el caso del actual presidente de la República, Bernardo Arévalo de León, y su gobierno, aunque se presenta como defensor de los derechos humanos, mantiene intactos los vínculos diplomáticos con un Estado que enfrenta acusaciones de crímenes de guerra y genocidio por su ofensiva militar en Gaza y su trato a la población palestina, en una abierta estrategia intervencionista, totalitaria y fascista.

No obstante que en foros internacionales Guatemala se pronuncia en favor de los derechos humanos y presenta una política exterior pacifista exigiendo un cese al fuego en Gaza, no ha sido contundente en cuestionar la intervención militar israelita y la mortandad de población civil que ha provocado en Gaza. En la práctica respalda, con su silencio, las acciones del Estado israelí, aunque al mismo tiempo, en 2024, haya votado en la Organización de Naciones Unidas (ONU) para que Palestina sea integrado como Estado de pleno derecho, algo que distintos sectores de la derecha y extrema derecha cuestionaron severamente.

En el marco del reciente conflicto entre Israel e Irán, el Ministerio de Relaciones Exteriores publicó un comunicado llamando a un cese al fuego, al desarme nuclear y a la negociación para conseguir la paz, es decir, una solución diplomática que permita una salida negociada.

Evangelismo político y alineamiento ideológico

Otro factor que ha fortalecido la alianza entre los sectores llamados biempensantes guatemaltecos con el gobierno y agrupaciones ultraconservadoras israelitas son los crecientes grupos evangélicos conservadores y su presencia en la política guatemalteca, quienes mayormente muestran una visión teológica proclive al sionismo que idealiza al Estado de Israel como parte de una profecía divina.

Este vínculo religioso se traduce en respaldo político, votos en la ONU y una narrativa que omite las violaciones al derecho internacional cuando los gobiernos como el de Jimmy Morales Cabrera y el de Alejandro Giammattei Falla gobernaron entre enero de 2016 y enero 2024.

Guatemala e Israel comparten más que embajadas y acuerdos comerciales: comparten un historial de represión, silencio y legitimación de la violencia estatal. Mientras la comunidad internacional ha venido presionando por una solución justa al conflicto en Palestina, los gobiernos guatemaltecos en el pasado, sin excepción, siguieron actuando en abierto respaldo al Estado de Israel, sin importar el costo humano. El actual gobierno, en la práctica, lo sigue haciendo de manera cómplice y conveniente, pero bajo la sombrilla de una política pacifista, sin efecto alguno.

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