Entre las calles y el despacho gubernamental: el movimiento social necesita redefinirse en Guatemala

Nota de Coyuntura No. 73 / por Juan Calles

A un año de la asunción de Bernardo Arévalo de León como presidente de la República, los problemas sociales y económicos siguen siendo la principal preocupación de la población en general. Pero, a diferencia de otros años, el papel del movimiento social ha estado marcado por el silencio y evasión ante las falencias gubernamentales. Desde hace un año, las protestas, por pequeñas que fueran, y los diálogos críticos han brillado por su ausencia, sin que el influjo del paro nacional de 106 días que fue liderado por las Autoridades Indígenas y Ancestrales tuviera impacto alguno. En otros gobiernos las organizaciones sociales han actuado como un termómetro de las expectativas y frustraciones ciudadanas. ¿Qué papel ha jugado el movimiento social en la actual coyuntura?

Fuente: elaboración El Observador.

Un movimiento social apagado

En una entrevista de El Observador con Alejandrina Cano, directora de la Unión Nacional de Mujeres de Guatemala (UNAMG), ella hace un sentido análisis sobre la gestión de Bernardo Arévalo de León:

“Yo estoy en una etapa en la que no quiero ver a Arévalo, porque yo llevé a mi mamá a votar y ella estaba muy enferma, pero ella tenía esa esperanza de cambio; justo una semana después, ella fallece. Entonces, yo siento que hay una gran deuda con esas personas que estuvimos en las manifestaciones, que estuvimos en las calles, que defendimos a Semilla sin ser de Semilla, pero que teníamos la esperanza de que nuestros derechos sean restituidos, de tener un país con posibilidades de desarrollo”.

Es la óptica de esa dirigente del movimiento social guatemalteco que, durante el primer año de gobierno, ha permanecido inmanente frente a los desaciertos, debilidades y contradicciones de la actual administración del Movimiento Semilla.

Sin embargo, Cano es muy crítica con la actitud gubernamental ante los problemas sociales del país que no se atienden, y que tal como se pensó, serían atendidas por un gobierno como el ofrecido por el Movimiento Semilla y su entonces candidato presidencial. Cano destaca que el sector de mujeres se siente abandonado y ninguneado cuando sus demandas y propuestas no llegan a los oídos presidenciales.

“Como pueblo, como movimiento social, no se ha tenido el valor de salir a decir que el gobierno de Arévalo esta haciendo las cosas bastante mal. Estamos tolerando actitudes deliberadas y despreocupadas de Bernardo Arévalo y su gabinete”, dice.

Además de evaluar las actitudes gubernamentales, Cano es autocritica con el movimiento social y su conclusión es que la movilización social es necesaria en momentos como el que vive Guatemala en la actualidad.

Cuando se evalúan los liderazgos sociales y la membresía de sus organizaciones, cuadros medios y técnicos, y se busca qué han hecho en el último año, resulta que un buen número hoy son funcionarios públicos en diferentes dependencias del Estado, con lo que se deduce que el movimiento social pasó de las calles al despacho gubernamental.

Coyuntura y desafíos: entre lo político y lo legal

En el foro “¿Hacia dónde vamos? Desafíos del Movimiento Social”, organizado por Otra Guatemala Ya, la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Guatemala (Confregua) y la Alianza Migrante Nueva Guatemala (AMINGUA), se conversó sobre los desafíos y se analizó la coyuntura el 22 de enero recién pasado. Sin embargo, poco se habló de estrategia y movilización.

Frank La Rue, del Instituto Centroamericano de Estudios para la Democracia Social (DEMOS), mencionó que el movimiento social debe recuperar el debate sobre lo que la sociedad guatemalteca necesita para su desarrollo social y económico. Según La Rue, en la actualidad el debate se ha vuelto exageradamente legalista. Dice La Rue:

“Nos hemos dejado dominar por el positivismo legal, una adicción a la norma, la excusa de todo el mundo es que no se puede hacer porque la ley no lo permite, pero se ha olvidado la diferencia entre lo legal y la justicia”.

Una interpretación de lo expuesto por La Rue es que, en lugar de criticar las falencias del gobierno, el movimiento social debe llamar a la acción política, sin dejarse maniatar por lo legalista, por ese estricto apego a lo que está escrito en la ley, sin pensar fuera de la línea y tomar acciones políticas que no riñan con la ley, pero que alcancen los resultados que la población le encargó al presidente Arévalo cuando depositó su voto en las urnas.

Otro problema que existe en el movimiento social es la división y la polarización entre movimientos; no se apoyan entre sí, y cada uno ve las debilidades del otro, sin propuestas estratégicas de unidad de acción frente a las problemáticas sociales que el actual gobierno parece no tener prisa por atender. De esa manera, el llamado a la movilización social está ausente, a la vez que existe un vacío de liderazgo y de unidad.

Carmen Reina, de Otra Guatemala Ya, dijo que observa que no ha habido diálogo con los sectores; que no han sido escuchados y que las instancias presidenciales designadas para ser intermediarias no cumplen con su papel.

“Sólo con los pueblos indígenas tienen un espacio de diálogo permanente, y que ya hay fisuras con ellos también, pero con las mujeres tienen una gran deuda; es evidente la indiferencia o falta de conciencia sobre la necesidad de políticas públicas a favor de las mujeres; en el informe presidencial ante el Congreso ni nos mencionó”.

Para Reina, el presidente se ha desvinculado del movimiento social que contribuyó a llevarlo a la Presidencia y defendió su derecho a asumir el cargo. Concluye:

“Para el informe anual ante el Congreso no hubo acto público, no convocó a la población que lo apoyó; Bernardo se desvincula del movimiento social y el movimiento social no reacciona, creo que ya es momento de exigir cambios”.

Estrategia para no perder el futuro: “Dialogar y comenzar a vernos”

Los actores antidemocráticos y operadores políticos ligados al crimen organizado están al acecho de votos, aprovechando la debilidad gubernamental y la inacción social, en un contexto en el que la población votante guatemalteca ha demostrado ser voluble, y vota contra quien no lo hizo bien. Así que, tras un fallido y cuestionado gobierno de Semilla, el escenario que se avizora es que para las próximas elecciones generales, que se celebrarán en 2027, haya una variada gama de partidos políticos que representan a la derecha guatemalteca y el corolario será que el próximo presidente de Guatemala sea un fiel representante de la extrema derecha, golpista, mafiosa y vinculada con expresiones del crimen organizado.

Antes de cerrar el foro “¿Hacia donde vamos? Desafíos del Movimiento Social”, La Rue citó a Antonio Gramsci en su tesis sobre la hegemonía cultural, preguntándose:

“¿Quién domina el discurso en Guatemala? ¿Quiénes están comunicándose y diciéndole a la población cuál es la realidad del país? Si el movimiento social no se comunica, si el gobierno no se comunica efectivamente, serán los otros los que dominen el discurso; serán quienes tengan la hegemonía cultural”.

Según Gramsci, la hegemonía cultural se ejerce a través de instituciones como la educación, la religión, los medios de comunicación y la cultura en general, las cuales moldean la forma en que las personas piensan y perciben el mundo. De esta manera, las clases dominantes logran que su visión del mundo sea aceptada como universal, minimizando así el conflicto social y garantizando su poder de manera más sutil y efectiva. 

Las personas entrevistadas coinciden en que el movimiento social debe enfocarse en fomentar el diálogo, el debate y la crítica constructiva, evitando confundir la incidencia con el ejercicio de la función pública. Asimismo, consideran fundamental incentivar al gobierno a adoptar una postura proactiva que promueva las acciones políticas necesarias para atender las demandas de la población, incluyendo la persecución penal de quienes han vulnerado el Estado de derecho.

Cano expuso finalmente a El Observador que, a su criterio, es importante provocar diálogos con el gobierno que generen acciones concretas; que se hagan alianzas con el Ejecutivo para cambiar el dominio del discurso a fin de retomar un rumbo que evite el fracaso de un gobierno que despertó muchas expectativas.

“Tenemos que encontrar las posibilidades que tenemos; puede ser desde los ministros, desde la gente del movimiento social que ahora hace gobierno, la cosa es accionar”, concluyó. 

La articulación de las fuerzas sociales es el primer paso, cambiar las narrativas, aprovechar la tecnología para convocar y motivar la participación de los diferentes sectores, comunicar efectivamente y ser creativos para enfrentar la desinformación y accionar para exigir al gobierno de Bernardo Arévalo que responda a las expectativas de la población.

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