La universidad pública a la deriva: la USAC pierde el rumbo y arrastra el futuro del país – Segunda parte
Nota de coyuntura No. 106 / Juan Calles
El nivel académico de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) está en entredicho. Sumida en problemas políticos, intervenida y neutralizada por poderes oligárquicos y militares ajenos al conocimiento científico, la USAC se encuentra administrada por autoridades ilegítimas que usurparon sus cargos, mientras que el desarrollo académico e intelectual de la comunidad universitaria está en franco retroceso. Para sumar, el actual rector, Walter Mazariegos, que ocupa ilegítimamente el cargo, no solo responde a la estrategia del “Pacto de Corruptos”, sino ocupa su tiempo en certámenes de belleza, en tanto que la formación y producción de conocimiento científico y moderno se ausenta de las aulas universitarias.

Fuente: El Observador.
El impacto de la crisis en la USAC
La sociedad guatemalteca, con la única universidad pública registrando un bajo nivel académico, enfrentará graves consecuencias tanto sociales como económicas. No sólo en términos de ser, como antes, un referente de propuesta técnica y científica a los problemas estructurales que hacen que la mayoría de la población se encuentre sumida en la pobreza, sino, sobre todo, de la ausencia de un pensamiento crítico y la desaparición del área social-humanística en la formación de los estudiantes, por debajo de la tecnocracia y del mercado, lo que hizo que la USAC haya sido, históricamente, una entidad representativa de amplios conglomerados sociales.
La baja calidad educativa y la ausencia de un pensamiento crítico tiende a subsumir la formación y la producción de conocimiento relevante dentro del “conocimiento técnico”, y no como su equivalente u objetivo fundamental, debilitando la capacidad de innovación y la competitividad nacional e internacional. Esto podría llevar a una desconexión entre la educación superior y el mercado laboral, generando profesionales poco preparados para los retos actuales y futuros de la región, lo que implica caer en la formación de una fuerza de trabajo carente de pensamiento crítico, al servicio de las grandes industrias y complejos comerciales. Peor aún, al servicio de grupos de poder, estructuras de corrupción y crimen organizado. “Sospecho que te vas a graduar de explotador”, dice un antiguo mural que aún se mantiene en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, actualmente una de las facultades más cooptadas de la USAC.
En el ámbito social, la pérdida de calidad académica y profesional erosiona la confianza de la población en la universidad pública, debilitando su legitimidad y su función como motor de movilidad social. Sumado a ello, el auge de universidades privadas de baja calidad, como las llamadas “universidades de garage”, ya se ha mostrado en algunos países y conduce a una sobreoferta de títulos sin respaldo académico sólido, precarizando el valor del diploma universitario y perpetuando la desigualdad. Además, la falta de investigación y de transferencia de conocimiento relevante afectaría negativamente la capacidad de la sociedad guatemalteca para enfrentar problemas estructurales como la pobreza, la exclusión y la falta de desarrollo tecnológico. De esa manera, que la USAC tenga una pobre calidad académica contribuye a perpetuar el subdesarrollo y la dependencia del país.

La Plaza de los Mártires, ubicada frente al edificio de la Rectoría, es un homenaje a la comunidad
universitaria que dio su vida por promover cambios sociales y justicia social para toda Guatemala.
Foto: sitio web del Memorial para la Concordia.
Entre certámenes de belleza y la actualización académica
Recientemente, la Facultad de Humanidades de la USAC publicó en sus redes sociales la realización de un evento de belleza; las fotografías de autoridades universitarias al lado de mujeres jóvenes que participaban en el evento causaron controversia.

De las pocas apariciones públicas de Mazariegos, en esta ocasión la página de la Facultad de Humanidades publicó varias fotografías de autoridades universitarias con candidatas a un evento de belleza femenina. Foto: Facultad de Humanidades.
Walter Mazariegos, el rector acusado de fraude electoral y de usurpar el cargo, a quien no se ve públicamente en eventos académicos ni se presenta al campus universitario, aparece en varias fotografías que algunos miembros de la comunidad universitaria han calificado de “vergonzosas” y de representar la calidad intelectual y humanista de la Rectoría.
Según pensadores contemporáneos como el filósofo argentino Enrique Dussel, la formación universitaria en Latinoamérica debía romper con los modelos eurocéntricos y occidentales dominantes para desarrollar un pensamiento propio, descolonizador y comprometido con la realidad sociopolítica de la región. Por ello, impulsaba una filosofía y una educación que partieran desde la experiencia de los pueblos latinoamericanos, especialmente desde la perspectiva de los oprimidos y excluidos, buscando una ética política de liberación y justicia social.
La realidad de la USAC, en la actualidad, niega estos preceptos y se ha convertido en una especie de colegio en el que se tecnifica a las nuevas generaciones para ser fuerza de trabajo en una economía globalizada que no necesita pensadores críticos, sino una masa de jóvenes técnicos para explotar en las grandes industrias y en los complejos comerciales. “Baterías del sistema”, diría más de alguien.
Entre los cursos libres que se ofrecen en redes sociales de la USAC se pueden mencionar cursos sobre derechos de autor, cultura védica, generalidades de la Ciencia Política, inducción al proceso de divorcio y sus dos modalidades. Los anuncios de cada curso no registran visitas y muchos de los comentarios dan cuenta que los cursos se suspenden, no cumplen con los horarios y las solicitudes de información no son respondidas.
Formación en el exterior como prebenda política
Al igual que la primera parte de la Nota de Coyuntura de El Observador, para esta segunda parte se realizaron varias entrevistas, en las cuales se hicieron denuncias relacionadas con las oportunidades que se ofrecen de formación académica en el extranjero, lo que se ha utilizado como una forma de obtener apoyos y lealtades dentro de la comunidad universitaria.
Los privilegios, las prebendas, los viajes al extranjero y los puestos de trabajo se han convertido en moneda de cambio utilizada por la Rectoría para mantener el control político de la institución. Este sistema de recompensas y lealtades ha debilitado la representatividad y la legitimidad de las autoridades universitarias, alejando a la USAC de su misión fundamental de formar profesionales comprometidos con el desarrollo nacional y la investigación científica.
En particular, se menciona que, en todas las unidades administrativas, docentes y académicas de la USAC, estos viajes y otros privilegios son parte de un entramado de favores políticos. La permanencia de ciertos funcionarios en cargos directivos durante décadas, sin actualización académica y apoyando a quienes les garanticen la continuidad de sus privilegios, ha sido señalada como una de las causas del estancamiento institucional y la desconexión con las necesidades del país. Además, en una publicación ya citada se reconoce que algunos docentes realizan viajes al extranjero de manera constante, aunque no se detalla explícitamente si estos viajes están ligados a prebendas políticas, pero sí se sugiere que forman parte de dinámicas internas de privilegio, en detrimento de estudiantes y profesores que sí tienen la capacidad y la necesidad de formarse fuera de Guatemala.
No obstante, al inicio de este año 2025, la USAC fue calificada como una de las mejores universidades en Guatemala y Centroamérica, según el QS World University Rankings y el Ranking Web of Universities 2025 de Webometrics, que la sitúan entre las mejores universidades de la región, ubicándose dentro del top 10 regional y como una de las principales instituciones del país. Estos rankings consideran factores como reputación académica, producción científica, impacto web y percepción de estudiantes y egresados.
QS es una organización británica que publica sus mediciones anualmente. Para el 2025 reporta que evaluó más de 1,500 universidades en 105 sistemas educativos. Su metodología mide la reputación académica (40%), reputación de empleadores (10%), proporción facultad/estudiantes (20%), citas por facultad (20%), ratio de profesores internacionales (5%) y ratio de estudiantes internacionales (5%).
Las críticas que recibe la medición de QS es que se basa en percepciones, por lo que los resultados son calificados como poco objetivos y a merced de estrategias de mercadeo y cifras infladas en la web. Aun así, es un ranking con buena reputación mundial.
En el caso de Webometrics se trata de una clasificación elaborada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, que mide la presencia y visibilidad web de las universidades, así como la difusión de su actividad científica en internet. Se basa en indicadores objetivos relacionados con la actividad en línea, tales como la cantidad de páginas, enlaces y menciones web, lo que lo diferencia de rankings basados en encuestas de opinión. Este enfoque puede ser útil para evaluar la visibilidad digital y el impacto en la web, pero no mide directamente la calidad académica o la investigación de forma tradicional.
La USAC está en crisis, su papel en la transformación social se siente en el país, su opinión y participación en la coyuntura nacional es una pata que le hace falta a la mesa de discusión y propuesta.
El economista Edgar Balsells, egresado de la USAC, en su columna de opinión en el medio Plaza Pública concluye:
“Resulta vital, entonces, una transformación profunda de la Universidad de San Carlos, y ello debe venir de la exigencia de toda la población consciente y trabajadora que contribuye, con sudor y esfuerzo, a su mantenimiento. Poner ojo en un nuevo y renovado Consejo Superior Universitario, elecciones facultativas y, de nuevo, buscar la excelencia académica resultan vitales. Para ello, la evaluación docente y la ruptura de los enquistamientos y acomodamientos de todo tipo, que han fomentado la mediocridad y el chancerismo, resultan ser exigencias de cambio”.